Fotografía nocturna: Trucos para enfrentarte a la oscuridad

Fotografía nocturna: Trucos para enfrentarte a la oscuridad

ESB professional-Shutterstock

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Cuando el sol desaparece, es hora de poner en práctica la fotografía nocturna. Te enseñamos a perderle el miedo

Pulsar el disparador de una cámara fotográfica no es más que abrir una ventana a la luz. Intentar recoger situaciones donde apenas existe o es muy puntual supone un reto, pero también nos brinda muchas opciones creativas. Es el caso de la fotografía nocturna, sin duda fascinante por la mayor dificultad que entraña debido al amplio abanico de sugerentes posibilidades que nos brinda.

La peculiaridad de trabajar con escasas condiciones de luz es que nos invita a la experimentación; tan solo debemos tener en cuenta algunos requisitos y consejos para lograr instantáneas fascinantes. La magia que podemos obtener de una fotografía nocturna depende de nuestra capacidad para disfrutar de las contingencias que nos ofrece cada situación. El momento más espectacular es la denominada “hora azul”, cuando al atardecer el cielo se colorea con tonos intensos.

A la hora de practicar la fotografía nocturna debemos llevar con nosotros el equipamiento adecuado. Un elemento indispensable, además de nuestra cámara, es el trípode, que actúa como sistema de estabilización. Para una mejor precisión, utilizamos un disparador remoto a través de un cable o un mando de infrarrojos, así ganamos nitidez y equilibrio en nuestra toma. Si no disponemos de ellos, siempre podemos usar el temporizador.

Primeros pasos

Andrey Prokhorov-Shutterstock

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Para garantizar el éxito de nuestra salida, aparte de lo anteriormente mencionado, necesitamos un flash, un filtro azul, otro de estrella, alguna gelatina reductora de luz y seleccionar una sensibilidad de 400 ISO o algo superior. El proceso a seguir no es difícil y, aunque la fotografía nocturna resulta muy valorada por los aficionados, curiosamente se practica muy poco, justificado porque se desarrolla en unas horas en las que tenemos otras prioridades. Sin embargo, es más sencilla de lo que parece y obtener buenos resultados no es complicado.

A la hora de medir la luz, seguiremos las indicaciones de nuestro fotómetro, este aspecto no entraña más misterio. En el caso de la fotografía nocturna, sobreexponer la imagen no hará que esta se queme, sino que nos descubrirá un aspecto muy curioso de este tipo de fotografía. Lo más adecuado es utilizar el modo manual de nuestra cámara para controlar la abertura de diafragma y la velocidad de obturación que, en condiciones de luz escasa, resultan complejas de medir automáticamente. Lo mejor es que nosotros mismos introduzcamos los valores más adecuados en función de las condiciones y del entorno.

Si fotografiamos paisajes a la luz de la luna o escenas que no están directamente alumbradas por farolas, hay que mantener abierto el diafragma durante más tiempo, ya que necesitamos velocidades de exposición lentas; por lo que no tenemos más remedio que buscar el famoso Bulb en nuestra cámara, que nos permitirá exposiciones de larga duración. La menor luminosidad se compensa con velocidades más lentas, por ello, debemos lograr que el obturador permanezca más tiempo abierto y por consiguiente, evitar que la cámara se mueva.

Fotografía nocturna en la ciudad

ESB professional-Shutterstock

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Si en cambio abordamos temas urbanos, nuestro fotómetro no tendrá problemas para indicar la exposición correcta, pues las luces artificiales de farolas y edificios serán suficientes. El único inconveniente que encontraremos es que como la luz se concentra en zonas muy puntuales, obtendremos imágenes con mucha fuerza, pero excesivamente contrastadas. Sobreexponiendo la escena, tanto a través del diafragma como en la velocidad, compensamos este contraste y descubrimos lo que había quedado oculto en la oscuridad.

En este sentido, hay que tener en cuenta dos aspectos: si deseamos captar figuras estáticas, debemos buscar el contraste entre elementos más iluminados y fondos oscuros o al contrario. Si lo que queremos es retratar sujetos en movimiento, debemos evitar las luces directas. En cualquier caso, lo mejor es utilizar una sensibilidad no muy alta, entre ISO 100 o 200, para evitar el ruido en las zonas poco expuestas.

Diversas opciones

Para conseguir unos buenos resultados lo que tenemos que tener en cuenta es que, en la fotografía nocturna, lo más importante es practicar y experimentar las distintas posibilidades que nos ofrecen tanto nuestra cámara como los retoques que podamos ofrecer al acabado. Y si queremos hacer uso del entorno natural, podemos considerar elementos mágicos como la luna, ayudarnos de su luz tan especial o logrando que ella misma figure como parte del paisaje nocturno.

Priorizar la consecución de la máxima nitidez y profundidad de campo posibles, utilizar el flash para iluminar zonas concretas, recurrir siempre al enfoque manual y fijar nuestra atención en observar las fuentes de luz y las escenas que éstas sean capaces de iluminar, son algunos de los consejos básicos para obtener la foto deseada. Asimismo, conocer la temperatura de la luz nos ayudará a descubrir de antemano el color dominante de la fotografía. Las bombillas tradicionales dan tonalidades anaranjadas; los fluorescentes, verdosas, el flash luz blanca y el atardecer refleja colores rojizos. Equilibrar estos matices es sencillo empleando el balance de blancos o seleccionando la fuente de luz en el dial.

Jugar con la luz

alzbeta-shutterstock

Alzbeta-Shutterstock

Tanto la iluminación natural como la artificial son claves en fotografía nocturna. Los dos tipos de fuentes lumínicas dan multitud de alternativas que tenemos que aprovechar. Por ejemplo, minutos antes de que el sol se ponga y hasta llegar a la máxima oscuridad, el cielo se vuelve de un azul intenso. Esta peculiaridad nos permite obtener imágenes claras y luminosas con exposiciones no demasiado largas. La combinación de diferentes tipos de luz produce contrastes muy bellos y espectaculares. En las ciudades podemos aprovechar el alumbrado de fachadas, farolas, escaparates, rótulos o del interior de las viviendas. Trabajar con velocidades lentas permite captar la trayectoria de las líneas de luz desprendidas.

Otra de las elecciones posibles es emplear el flash como luz puntual, solo en aquellos motivos que nos interesen. La distancia de iluminación de un flash es limitada si no disponemos de un equipo sincronizado con el que dar varios disparos. En penumbra solo aparecerá aquello que hayamos  aclarado con el flash. También podemos realizar ejercicios creativos dándole movimiento a la cámara sobre el trípode, alejar o acercar el zoom sin perder de vista nuestro interés principal sobre el elemento luminoso.

Fuegos artificiales

 katjen-shutterstock

Katjen-Shutterstock

En muchas celebraciones populares, el espectáculo ofrecido por los también conocidos como castillos de pólvora, es digno de ser inmortalizado para el resto de los días. Para ello, lo primero que tenemos que hacer es instalar la cámara en el trípode con el encuadre ya seleccionado. A continuación, nos olvidamos del fotómetro y vamos directamente a la velocidad Bulb. Una vez que den comienzo los fuegos artificiales y tras comprobar que los vemos a través de la pantalla o visor de nuestra cámara, pulsamos el disparador y mantenemos  abierto el obturador mientras explotan varios cohetes en el cielo.

Para captar más de uno a la vez, debemos mantener el obturador abierto durante más tiempo con el fin de plasmar varios en la misma imagen y de esta forma, logramos fotografías más espectaculares. Es importante situarlos, es decir, tomar una referencia a tierra en la parte baja del encuadre, disponiéndolos en el espacio, de esta forma la toma no resultará tan plana. Un gran angular nos vendrá muy bien para realizar estas instantáneas.

 

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