Saca el máximo partido a tu gran angular

Con el gran angular podemos obtener fotografías tan increíbles como esta. Industryandtravel_Shutterstock
El gran angular ofrece una perspectiva muy versátil y original. Exprímela al máximo
Existen varios usos y efectos que pueden asociarse a los usos del gran angular, solos o combinados, ya se trate de una óptica fija o zoom. Algo tan simple y sencillo como fotografiar un sujeto desde el suelo o desde un punto elevado nos ayuda a conseguir una imagen más dramática y diferente de la que se obtendría utilizando un objetivo normal o un teleobjetivo. Para entendernos, y utilizando de referencia el formato de 35 mm o equivalente, un objetivo normal es el que tiene una focal comprendida entre 45 y 55 mm, situándose por debajo de esa focal los grandes angulares.
Profundidad de campo
Para un diafragma determinado, un gran angular ofrece una profundidad de campo mucho mayor que un teleobjetivo. Es cierto que en ambos casos difieren por completo las proporciones y la perspectiva, pero si nuestra prioridad es la obtención de una gran profundidad de campo para garantizar la nitidez de los diferentes planos de una escena, el gran angular es la solución inmediata.
Enfatizar la importancia del primer plano
En fotografía de paisaje, el gran angular nos ayuda a destacar el motivo ubicado en primer plano, desplazando hacia la lejanía los elementos del fondo. El resultado es la obtención de imágenes especialmente impactantes en las que el ojo del espectador se ve obligado a recorrer el espacio entre dichos planos. Personas, rocas, plantas, animales o cualquier objeto cercano pueden ser utilizados con dicho propósito.
Espacio para actuar
Existen situaciones en las que el fotógrafo puede encontrarse de espaldas a una pared o un muro que le impide retroceder más para efectuar un encuadre determinado. También puede hallarse en una situación parecida disparando en interiores, donde es imposible abarcar una determinada cantidad de elementos por las dimensiones del local en cuestión. En dichos casos, la utilización del gran angular, gracias a su mayor ángulo de cobertura, nos permite no solo abarcar la totalidad del motivo deseado, sino disponer además de un espacio razonable para desenvolvernos, e incluso cambiar de ángulo de visión con el fin de mejorar el encuadre.
Puntos de vista originales
Los resultados obtenidos con un gran angular son muy sensibles a las variaciones en los puntos de vista utilizados. Por eso es tan importante que exploremos nuevas opciones, como tumbarnos en el suelo, subirnos a una escalera y realizar encuadres insólitos. Esta exploración, importante para la mayoría de los casos, es crítica si empleamos un gran angular.
A tener en cuenta
También es importante tener presente algunas cosas que pueden resultar indeseables utilizando el gran angular:
Distorsiones exageradas: Acercándonos demasiado al motivo, es posible que obtengamos distorsiones excesivas del mismo, convirtiendo la imagen en algo no precisamente atractivo. No hay más opción que vigilar el resultado en el visor y dar un paso atrás si pensamos que pecamos de exagerados.
- Convergencia y divergencias de líneas: Si el respaldo de la cámara no está paralelo al plano del tema fotografiado obtenemos una perspectiva distorsionada. Hay que estar al tanto del efecto de los giros verticales y horizontales de la cámara. Hay quien considera útil el empleo de niveles de burbuja.
- Defectos de lente: Algunos grandes angulares (sobre todo los más económicos) pueden adolecer de aberraciones de barrilete (redondeo de líneas rectas) o incluso cromáticas (bordes de color púrpura de algunos elementos tomados a contraluz). Hay que estar al tanto y, llegado el caso, intentar encubrir esos defectos en edición.
- Iluminación desigual del flash: Los flashes incorporados en la cámara pueden no abarcar todo el ángulo de estos objetivos, proporcionando áreas iluminadas en el centro y oscuras en los bordes. Las soluciones pasan por el empleo de un flash externo con un ángulo de cobertura mayor, utilizar un difusor de flash, o rebotar su luz hacia el techo blanco.
Texto: Benito R. Mallol